jueves, 26 de febrero de 2009

MAQUETA DE UN PRINCIPIO...


Una única foto es lo que me quedó de él, no la conservaba para recordarlo sino para contemplar más de cerca esa sonrisa que me llenaba más sus recuerdos, recuerdo que todo empezó como vienen las cosas buenas, sin esperar, de la nada, apareció ante mis ojos ese ser tan misterioso...una sonrisa fue suficiente para conquistarme. Me preguntaba si quizá era él a quien llevaba esperando tanto tiempo, tenía la esperanza de que quizás ese hombre podía llegar a ser una de las razones de mi vida , una gran razón para creer que realmente existe un destino, para creer que siempre tenemos a alguien grande para nosotros de quien enamorarnos y darlo todo.
Fue una tarde de verano, como cada día cuando salía de trabajar me reunía en un bar con un par de amigas para contarnos las cosas de la vida, titulábamos nuestras tertulias como “las anécdotas de las tres mamonas”, podíamos pasarnos allí hasta las tantas, riéndonos, criticándonos...esa misma tarde me senté mirando hacía la puerta de el bar, y lo vi a él, con esos ojos fijos, con esa sonrisa un tanto curiosa, no se trataba de un chico guapísimo pero podía ver en esa mirada que se trataba de él, de mi destino. Me dio una gran corazonada, me sentía como si estuviera preparada para ese momento, mi pulso se aceleró, y sonreí, tanto sonreí que era la primera vez que tanto me dolía la boca. Mis amigas se dieron cuenta de mi subida a la parra, se encontraban frente a mí, y al ver el brillo de mis ojos se giraron a contemplar a aquel hombre:
-Mujer, no creo que sea para tanto-me decía Claudia.
-Bueno, un buen culo si que tiene- decía Esther mientras reía.
Me ruborizaba, retomaba la conversación con ellas pero no podía evitar levantar la mirada y observarlo, me sentía ausente mientras me hablaban, simplemente suspiraba. El hombre estaba sentado en la barra leyendo un periódico mientras tomaba un café, para mi suerte se encontraba solo, miré su mano y ninguno de sus dedos era rodeado por ningún anillo, pero estaba algo inquieto pues miraba su reloj de pulsera constantemente y supuse que mi destino se iría pronto. Mientras continuaba ausente de aquellas tertulias, preguntándome si debía decirle algo, si se asustaría, si tendría que dejar pasar la oportunidad, por los nervios me entraron unas terribles ganas de orinar ,fue entonces cuando me levanté para ir al aseo y me crucé con su mirada, pensé que por fin se había dado cuenta que existía, continué hacía el cuarto de baño con la cabeza levantada y el cuerpo erguido, reconozco haber metido barriga para estar más estilizada a su paso por delante, también sé que se giró para mirarme el trasero. Para mi sorpresa cuando salí del aseo ya no estaba, lo busqué con la mirada por todo el bar, pero no había rastro de él, volví a sentarme junto a amigas bastante despagada, pero seguía con esa sonrisa.
Cuando volví a casa y me metí en la cama, pensé en él y profundamente me quedé dormida hasta que el despertador me cantó los buenos días, normalmente me despertaba malhumorada , ese día no lo estaba por lo tanto se trataba de un buen día, me dirigí a trabajar con cara de idiota, cada paso de camino al trabajo tenía una melodía y observaba a mi alrededor, todo me parecía precioso y pensaba en porque antes no me había fijado en todo lo bello que contemplaban mis ojos cada día, el amor, es el amor me decía, te hace sentir flotando, te hace ver los pequeños detalles como por ejemplo las pintadas que hay en las calles las cuales nunca me había parado a leer, muchas de ellas descubrí que tienen su lógica o por ejemplo la sonrisa de alguien que te cruzas por la calle a quien no conoces, descubrí que se contagian. Tuve una jornada bastante intensa, pensaba en él y se me iba el santo al cielo, mi despiste me hacía cometer errores, pero era indiferente porque me sentía tan llena de vida...

1 comentario:

Javier Tissera dijo...

¡qué manera de postear cosas lindas mujer!!
nada tiene desperdicio. Y hay para todos los gustos literarios
... Y ya no estoy tan triste...
Abrazo