Siempre he pensado que mucha gente no es quién dice ser, no siempre es oro lo que reluce, muchos guardan secretos de por vida, y otros pueden pasar de la noche a la mañana a ser otras personas. Y eso mismo es algo que sucede normalmente en el amor, uno hoy puede ser el hombre perfecto y al día siguiente puede hasta incluso que lo odies. ¿Pueden cambiar las personas tan rápido? ¿O es que realmente siempre han sido así y nunca lo hemos visto?
Me concentro en mí alrededor, me encuentro casi empotrada en
la puerta del metro, pero a través de ella puedo observar los rostros que tengo
detrás.
¿También son capaces de transformarse en perfectos desconocidos de un
día para otro? ¿Son capaces de camuflarse como lo que eran antes?
Me detengo en una mirada, y esa mirada se para en la mía, de
repente las puertas se abren, es mi parada y salgo embestida hacia delante por
la multitud de detrás. Me dirijo hacía las escaleras mecánicas que casi nunca
funcionan, me siento estúpida subiendo a pie.
Cuando salgo de la estación un aire frío me golpea en la
cara, me aprieto la bufanda y me subo las solapas de mi abrigo, sí, va a ser un
invierno muy crudo, pero yo sola he llegado hasta aquí.
Camino rápido son cerca de las ocho de la mañana, y no puedo
llegar tarde a trabajar, giró la calle y me encuentro a Mario en la puerta
levantando la persiana.
-Buenos días, ¿Qué hace frío eh? –dice mientras se frota las manos.
-Buenos días Mario –contesto mientras entramos los dos.
Me acerco al mostrador a encender las luces, y enchufo la calefacción, paso a la trastienda a colgar el abrigo y mi bolso, mientras Mario enchufa la cafetera. Me siento sobre la mesa de trabajo y observo los relojes que trajeron ayer para reparar.
-Creo que hoy me voy a aburrir como una ostra –
-¿Y eso? –me pregunta mientras deposita una taza de café
sobre la mesa.
-Solo tengo tres relojes para reparar, bueno dos, porque al
otro solo tengo que ajustarle la correa, creo que en ocho horas es demasiado
para mí – le contesto con una sonrisa burlona.
-Bueno mira el lado bueno, todavía estamos aquí, es una
suerte que el Sr. Ortega no haya cerrado el negocio – contesta mientras se
sienta frente a la mesa y bebe de su taza de café.
-Sí bueno, con el tiempo que paso aquí sin hacer nada podría
haberme sacado una carrera –
-Sí o podías haber quedado con algún cliente – dice con una
sonrisa de oreja a oreja.
-Venga Mario, no empecemos, sabes que no voy a quedar con
ese tipo ni aunque me prometa la luna –
-Podrías haberlo intentado ¿Qué tienes que perder? –
Me quedo pensativa, y la verdad es que nada.
-Nada –contesto mientras bajo la mirada pensativa hacía un
lotus bastante dañado.
Miro a mí alrededor intentando encontrar respuestas, pero no encuentro nada, solo encuentro lo mismo de siempre, una relojería que se cae a trozos, un gran mostrador de madera donde se encuentran relojes de mil tipos. Relojes de cuco muy antiguos colgados por las paredes, y una pequeña vitrina donde se encuentran relojes con más de cincuenta años de antigüedad.
La verdad, es que es una pequeña caja de zapatos… detrás del mostrador se encuentra el taller, es aún más pequeño que la caja de zapatos, tan solo hay una mesa con dos sillas, una pila, un microondas y una cafetera y al fondo detrás de una estrecha puerta se encuentra el lavabo cayéndose a trozos. La mesa puede decirse que perteneció a la época de Juana de Arco, es de madera robusta pero cuando estás trabajando las termitas te saludan.
Llevo diez años en este mismo lugar, no he visto nada nuevo
desde entonces bueno salvo los relojes y la cafetera, pero nada, el Sr. Ortega
no ha cambiado absolutamente nada, ni siquiera mi sueldo.
El mecanismo del reloj no funciona, me quedo pensativa, y
veo que está muy dañado, abro la caja y caen gotitas de agua, tiene agua
dentro, así que cojo un secador lo enchufo e intento secarlo, pero nada… le
cambio la pila, tampoco… le saco el mecanismo, lo examino, le cambio los
piñones, nada, le voy cambiando las ruedas, nada, y así hasta que me quedo sin
recursos.
No tiene solución, ya no va a funcionar más. Mario se
encuentra en la tienda hablando con un cliente octogenario, digamos que una vez
a la semana nos visita porque le gustan las antigüedades, pero nunca nos ha
comprado nada. Ya no sé si viene por Mario o por los relojes, pero si lo
dejamos junto al reloj de pie de la entrada pasa por una figura del mobiliario.
Meto el reloj dentro del sobre, cojo un bolígrafo y anoto,
sin solución. Vaya justamente como mi vida, sin solución.
El siguiente reloj no tiene nada de extraordinario, es el
típico casio que todos teníamos cuando éramos pequeños ese que tenía luz, nada
más cambiar la pila ha vuelto a la vida. Lo meto en el sobre, y no anoto nada
¿Qué puedes cobrar a alguien por cambiar una pila?... así que tan solo me queda
quitarle dos eslabones a un reloj de Gucci de alto cache, el cual observo
anonadada ya que es un réplica exacta fabricada en China. Le quito los dos
eslabones, lo meto en el sobre y no anoto nada ¿Para qué?... al fin y al cabo
arreglar relojes no es nada lucrativo, y venderlos hoy en día tampoco.
-¿Puedes salir un momento? –me llama desde el mostrador.
Me levanto y salgo al mostrador, y allí esta él, con su
sonrisa inmaculada, su pelo revuelto y esa mirada, la mirada de la cual un día
me enamoré.
Mario me lanza una mirada autoritaria, y desaparece en la
trastienda, él sabe demasiado, sabe que debo terminar con esto de una vez.
-¿A qué has venido? – pregunto mientras la rabia se va
acumulando en mi interior.
-He venido a hablar contigo, sobre lo que sucedió – contesta
mientras saca las manos de los bolsillos –
-Ya quedó claro lo que sucedió, ahora si no te importa tengo
trabajo, márchate y no vuelvas más –contesto con el corazón en un puño, y
haciendo de tripas corazón para no romper a llorar.
-¿Qué tienes trabajo? – Contesta con una carcajada – ya veo,
esta la tienda a rebosar, y seguro que como siempre tienes mil relojes que
reparar, es una pena porque quería darte una oportunidad.
-¿Una oportunidad? ¿Tú? Maldito cabrón, sinvergüenza ¿Que tu
quieres darme una oportunidad?
-Bueno, bueno no te pongas así. Tan solo quería que fuéramos
amigos y dado que Anna también lo era, podríamos no sé llevar esto como las
personas normales, podrías poner de tu parte y alegrarte por nosotros.
-Que os den por el culo a los dos.
-Mira Sheila, he venido porque estoy harto de esta situación,
necesito mi parte del piso, me voy a vivir con Anna , necesito el dinero, así
que habla con tus abogados o con quien tengas que hablar y dame mi parte, así no te molestare más.
-Muy bien, ¿Quieres tu parte del piso? ¿Qué quieres
exactamente? ¿La cama donde te follabas a Anna? ¿O quieres el sofá donde también te la
follabas?
-Te estás pasando.
-Encuentra un comprador y tendrás tu parte.
Me doy media vuelta y entro en el taller, oigo un portazo en
la entrada, por fin se ha marchado, me fallan las piernas, me ahogo, vuelvo a
notar esa angustia, y de repente exploto, mis lágrimas empiezan a rodar, no
puedo parar de sollozar, noto un brazo por detrás de mi espalda, es Mario que
me abraza y me susurra tranquila Sheila, tranquila.
No sé cuánto tiempo hemos estado así, el abrazándome y yo
llorando desconsolada, levanto la vista y veo que Mario se acerca con una taza
y se sienta a mi lado.
-Tomate esto, te sentara bien.
Una tímida sonrisa ilumina su rostro.
-¿Qué es? Pregunto observando la taza.
-Es una tila, te sentara bien.
Obedezco y me tomo la infusión, mientras Mario me observa.
-Gracias Mario, te agradezco mucho lo que estás haciendo por
mí.
-No te preocupes, para eso están los amigos.
Me quedo mirándolo pensando en todo el tiempo que ha estado
a mi lado, apoyándome en todo, en todas las conversaciones, secretos y
confesiones que hemos vivido dentro de esta caja de zapatos, pienso en todo lo
que ha hecho y deshecho por mí.
A veces pienso que él era para mí, que me equivoque al
elegir, que era él a quien tenía que haber conquistado, que era el del que
tenía que haberme enamorado. Pero por desgracia, las personas, no eligen de
quien se enamoran, o lo que es peor, la mayoría no sabemos elegir, a veces lo
tenemos delante de nuestras narices y no nos damos cuenta, preferimos cruzarnos
con algún gilipollas, como mi caso.
Lo miró mientras enjuaga la taza, y no han pasado los años,
sigue teniendo esas arruguillas cuando sonríe, y esa cara de concentración
incluso cuando friega. Tiene ese no sé qué perfecto, esa seriedad y ese
compromiso que a todas las mujeres parece asustar, a todas excepto a Lucía, su
prometida.
Mario se acerca a la mesa, y me extiende un folio en blanco
y un bolígrafo.
-Quiero que hagas una lista.
-¿Una lista de qué? -Contesto arqueando las cejas.
-Quiero que anotes en ella todos los defectos de Pablo.
-¿Para qué?.
-Para que cada vez que te acuerdes de él, la leas y te des
cuenta de que no vale un pepino.
-¿Crees que servirá para algo? –pregunto desconcertada.
-No sé, prueba a ver, a mí con Claudia me funciono.
Me quedo mirando el folio en blanco sin saber que poner.
-¿Puedo poner insultos?
-No, tienes que poner sus defectos, vamos no creo que te sea
muy difícil.
Tiene razón, no puede ser muy difícil hacer una lista de los
defectos de tu ex, el cual pillaste con tu mejor amiga en tu propia cama, es
más puedes hacer una lista hasta de sus mentiras, una lista de sus manías,
puedes hacer un libro entero incluso.
Me pongo a escribir y no puedo detenerme, por mi cabeza
empiezan a surgir millones de adjetivos, muchos de ellos desagradables
evidentemente. Pasados cinco minutos
dejo de escribir he llenado el folio entero.
Mario lo coge, y empieza a leerlo en voz alta.
-Vamos a ver… -dice
mientras estudia el folio en silencio – Guapo no es un defecto que yo sepa.
-Depende de cómo lo mires, ya sabes búscate un novio feo para que no te lo quiten
–contesto mientras observo su reacción.
Mario pone los ojos en blanco.
-Eso no vale –coge el bolígrafo y lo tacha de la lista.
Después continúa leyendo.
-Egoísta, mentiroso, mujeriego, guarro, machista, infiel,
tacaño, aburrido, narcisista…, vale todas esas te las paso, las demás no – dice
mientras empieza a tachar con el bolígrafo.
-¿Y por qué no?
-Porque cabrón, desgraciado, malnacido, rata, usurero, hijo
de… no son defectos, ya te lo he dicho, nada de insultos.
Asiento con la cabeza mientras Mario me devuelve la lista.
-Muy bien, ahora cada vez que te venga a la mente, solo
tienes que sacarla y leerla, llegará un momento que no te haga falta sacarla porque
te la sabrás de memoria.
-¿Y ya está? ¿No hay más? ¿No tienes una varita ni nada de
eso que me haga retroceder el tiempo para no haberlo conocido nunca?
-No no tengo nada de eso, pero esto te ayudará, lo
superarás, ya lo veras – Me da un beso en la mejilla y sale detrás del
mostrador, ha entrado un cliente.
Me levanto de la silla, y me guardo la lista en el bolsillo
del pantalón, después cojo una caja de herramientas llena de piezas y las
examino, busco el sobre del reloj que no funcionaba y me dispongo a cambiarle el mecanismo entero por uno de la
caja, el mecanismo tiene muchos años, quizá más que yo pero podría funcionar.
La verdad es que no sé ni de donde han salido todas estas piezas, encontré la
caja de herramientas debajo de una pila de periódicos en una esquina, observo el reloj sin vida y lo abro, coloco
el mecanismo que he elegido y el reloj empieza a funcionar, intento ponerlo en
hora, pero no hay manera, las agujas del reloj van hacia atrás, el segundero va
hacia atrás, saco el mecanismo de nuevo y me quedo anonadada, el reloj sigue
funcionando hacia atrás ¿Me habrá metido algo Mario en la infusión?
Me levanto
en busca de un destornillador para poder hacer palanca y acceder a la esfera
del reloj, cuando vuelvo me asusto el reloj se ha parado en las 8 00 de la
mañana, en fin, ha dejado de funcionar. ¿Pero cómo es posible que fuera sin el
mecanismo?
Miro a mi alrededor, y me quedo alucinando, alguien ha movido el
reloj de la pared, y junto a mi hay una foto enmarcada con Pablo ¿Qué ha
pasado? ¿Estoy soñando? ¿Alguien me está gastando una broma pesada?
CONTINUARÁ... QUIERO VUESTRAS OPINIONES!!!!
-He venido a hablar contigo, sobre lo que sucedió – contesta mientras saca las manos de los bolsillos –
-Ya quedó claro lo que sucedió, ahora si no te importa tengo trabajo, márchate y no vuelvas más –contesto con el corazón en un puño, y haciendo de tripas corazón para no romper a llorar.
-¿Qué tienes trabajo? – Contesta con una carcajada – ya veo, esta la tienda a rebosar, y seguro que como siempre tienes mil relojes que reparar, es una pena porque quería darte una oportunidad.
-¿Una oportunidad? ¿Tú? Maldito cabrón, sinvergüenza ¿Que tu quieres darme una oportunidad?
-Bueno, bueno no te pongas así. Tan solo quería que fuéramos amigos y dado que Anna también lo era, podríamos no sé llevar esto como las personas normales, podrías poner de tu parte y alegrarte por nosotros.
-Que os den por el culo a los dos.
-Muy bien, ¿Quieres tu parte del piso? ¿Qué quieres exactamente? ¿La cama donde te follabas a Anna? ¿O quieres el sofá donde también te la follabas?
-Te estás pasando.
-Encuentra un comprador y tendrás tu parte.
-Tomate esto, te sentara bien.
-¿Qué es? Pregunto observando la taza.
-Es una tila, te sentara bien.
-Gracias Mario, te agradezco mucho lo que estás haciendo por mí.
-No te preocupes, para eso están los amigos.
Mario se acerca a la mesa, y me extiende un folio en blanco y un bolígrafo.
-Quiero que hagas una lista.
-¿Una lista de qué? -Contesto arqueando las cejas.
-Quiero que anotes en ella todos los defectos de Pablo.
-¿Para qué?.
-Para que cada vez que te acuerdes de él, la leas y te des cuenta de que no vale un pepino.
-¿Crees que servirá para algo? –pregunto desconcertada.
-No sé, prueba a ver, a mí con Claudia me funciono.
-¿Puedo poner insultos?
-No, tienes que poner sus defectos, vamos no creo que te sea muy difícil.
Mario lo coge, y empieza a leerlo en voz alta.
-Vamos a ver… -dice mientras estudia el folio en silencio – Guapo no es un defecto que yo sepa.
-Depende de cómo lo mires, ya sabes búscate un novio feo para que no te lo quiten –contesto mientras observo su reacción.
Mario pone los ojos en blanco.
-Eso no vale –coge el bolígrafo y lo tacha de la lista. Después continúa leyendo.
-Egoísta, mentiroso, mujeriego, guarro, machista, infiel, tacaño, aburrido, narcisista…, vale todas esas te las paso, las demás no – dice mientras empieza a tachar con el bolígrafo.
-¿Y por qué no?
-Porque cabrón, desgraciado, malnacido, rata, usurero, hijo de… no son defectos, ya te lo he dicho, nada de insultos.
-Muy bien, ahora cada vez que te venga a la mente, solo tienes que sacarla y leerla, llegará un momento que no te haga falta sacarla porque te la sabrás de memoria.
-¿Y ya está? ¿No hay más? ¿No tienes una varita ni nada de eso que me haga retroceder el tiempo para no haberlo conocido nunca?
-No no tengo nada de eso, pero esto te ayudará, lo superarás, ya lo veras – Me da un beso en la mejilla y sale detrás del mostrador, ha entrado un cliente.
Me levanto en busca de un destornillador para poder hacer palanca y acceder a la esfera del reloj, cuando vuelvo me asusto el reloj se ha parado en las 8 00 de la mañana, en fin, ha dejado de funcionar. ¿Pero cómo es posible que fuera sin el mecanismo?
Miro a mi alrededor, y me quedo alucinando, alguien ha movido el reloj de la pared, y junto a mi hay una foto enmarcada con Pablo ¿Qué ha pasado? ¿Estoy soñando? ¿Alguien me está gastando una broma pesada?