sábado, 24 de enero de 2009

El principio

>>Siempre he pensado que en esta vida existen dos tipos de personas, las personas transparentes y las invisibles, a lo largo de mi vida he sido una de esas personas transparentes dejando entrar a todo tipo de mentes, reflejando cada sentimiento, resaltando cada pensamiento, y mostrando todas mis caras. Con el tiempo tanta transparencia me hizo invisible,no reinaba sobre mí ningún misterio pues ya todo se había visto claro, es como si me hubiera quedado sin nada que poder ofrecer al mundo exterior, como si mi momento de mostrarme ya hubiera pasado y diera turno a otra gente que quizás antes había sido invisible. Los años han pasado muy rápido, pero aún más a partir de los veinticinco, fue como montarme en una noria que gira y gira cada vez más rápido y cuando para te das cuenta que te has perdido muchas cosas que incluso ni siquiera te paraste a contemplar el paisaje desde lo alto de esa noria, recuerdo que la noria paro y yo aún me siento con esos veinticinco años solo que ahora tengo 33.Cuando era más joven pensaba que a mí edad estaría casada, incluso con hijos, que gozaría de un buen trabajo, y una buena salud...y lo cierto de todo ello es que decidí acomodarme con lo que ya tenía, era una mujer de 33años atrapada en el espiritú de una chica de 25...
Ni me casé, ni tuve hijos, y continuaba en un trabajo monotono desarrollable hasta por niños de tres años, tampoco podía quejarme no había hecho nada para evitarlo, y no me había comprometido lo suficiente con ninguna faceta de mi vida.En definitiva, el éxito no me rondo, ni el amor, ni esos pensamientos que tienes que sentir a cierta edad para sentirte una persona completa, me había convertido sin duda en una solterona socialmente activa que vivía en un piso de setenta metros con cinco gatos.
Recuerdo aquella tarde como una de las más divertidas de mi vida, estaba en casa de Andrea junto a Gloria, mis dos mejores amigas y en cierto modo éramos como un puzzle que cuando se juntaban las tres piezas nos sentíamos más completas, necesitabamos la una de la otras para nuestra supervivencia, era un triángulo de confianza, afín y enriquecedor. Me senté junto a Andrea en un amplio sofá de color azulado con grandes almohadones por todas partes, vivía en un piso situado a las afueras de la ciudad, el comedor era bastante amplio, un cuadro tras otro colgaba de sus paredes verde pistacho, disponía de un gran televisor de última generación frente al sofá y frente a nosotras se encontraba una mesa de cristal cuadrada de tamaño minúsculo.Gloria permanecía de pie frente a nosotras, imposibilitando la vista a la gran pantalla, era la más veterana de nosotras, tan solo por dos años más, pero había vivido demasiado, muchas experiencias las cuales hacían que fuera la mejor consejera del mundo en casi todos los terrenos, su pelo castaño caía flacidamente sobre sus hombros y sus facciones era lo bastante perfectas para una mujer de su edad, sus ojos verdes se clavaron sobre mis pupilas, notaba un cierto enfado en la expresión de su mirada.
-¿Se puede saber cuando vais a dejar de mirar la tele?-inquirió Gloria.
-¿Tienes algo importante que contarnos?-pregunté mientras ahuecaba mi cabeza sobre las rodillas de Andrea.
-Sí, he estado pensando bastante sobre algo ¿os daís cuenta de que nos hacemos viejas?-continuó-.empiezo a pensar que es momento de poner los puntos sobre las is.
-¿A qué te refieres?- preguntó Andrea mientras apagaba la televisión con el mando a distancia.
-Me refiero a que hemos estado perdiendo mucho el tiempo y luego nos han dado la patada en el culo, nos han prometido, nos han querido, nos han utilizado y no hemos tenido nuestro final feliz-continuó-. Felices para siempre.
Andrea me miró con ojos preocupantes.
-Va no vengas con eso ahora-replicó Andrea-Simplemente no hemos tenido suerte con los hombres.
-¿Suerte?yo diría inconformistas-constestó mientras sacaba de su bolsillo un paquete de tabaco.
-Bueno ¿Y qué es exactamente lo que pretendes?- pregunté ansiada.
Se llevó el cigarrillo a la boca y di una primera calada, después de esa nube de humo que salió de su boca se acercó a el sofá, cogío uno de los muchos almohadones, lo colocó sobre el suelo y se sentó.
-Os propongo un juego, un juego muy divertido-contestó mientras daba una segunda calada.
-¿Y de qué trata ese juego?-preguntó Andrea mientras jugaba con un mechón de mi pelo.
-El juego se llama 6 lunas 7 soles-añadió- digamos que es una manera de poner todo en su sitio, cuando en su día no fuimos capaces.
-No entiendo nada, ¿Qué se supone que tenemos que poner en su sitio?-pregunté.
-Vale...creo que sé por donde vas-dijo Andrea mientras dibujaba una sonrisa en su boca.>>

No hay comentarios: